-Pantalones de papá-

Siempre he sido de llevar los pantalones en casa,

que se le va a hacer!!!

Desde muy pequeña,

parece que pusieron bastante empeño en esto,

eso dice él.

Así fue como dedicaba todos los fines de semana,

a ganar competiciones moteras de la zona.

Hay cosas que las mujeres,

siempre hemos tenido menos fácil,
o quizás más difícil,

Otras no, puede ser.

El caso es que ellos,
 se permitían parar en mitad del camino a orinar.

Yo mientras tanto,
me reservaba para la meta.

Y hablando de metas,

Roberto no lo podía soportar.

Me acostumbré a hacerme pequeña,

al recibir los trofeos,

entre aplausos y miradas

de los hombres celosos.
Y es que en ocasiones les sacaba ventaja,
y ahora que lo pienso,
y que me da por pensar,
quizás fuera por aquello de sus orines.
Curiosa cuestión.

Un duro día no cualquiera,

 mi padre me abandonó,

y yo decidí abandonarle a él.

Qué remedio.

Junto a él se fue,

aquel olor a tierra y gasolina

que tanto me gustaba.

Fue doloroso,

como todo abandono, quizás.

Abandoné mis amados "Pingüinos",

por los mágicos encuentros de teatro.
Algo gané.

Y poco a poco,

aquella niña de pantalones anchos,

se fue alzando al cielo con sus tacones,

como si de una mujer se tratara.

En ocasiones especiales,

sacaba a lucir los tacones más altos de la fiesta,

como si de verdad llegara a tocar la luna.

Puede ser.

Años más tarde,

exactamente ayer mismo,

mi padre vino a visitarme,

y con casco en mano,

pudimos quemar juntos la carretera.

Hay historias,
haberlas las hay,
 de las que uno no se puede desprender.

Hay cosas, que una debe perdonar,
para que después,
tal vez, quizás,
 no sea demasiado tarde.

-De sueños, pantalones y sobre todo, otras historias-.

Texto Nadia Del Arte.